lunes, 15 de febrero de 2016

CARAS VEMOS, MAÑAS NO SABEMOS

Caminaba por la avenida de los Insurgentes en dirección al metro Chilpancingo, eran aproximadamente las cinco de la tarde, el bullicio de los autos y el aire fresco me acompañaban; era una de esas tardes en las que la mayoría de las personas salen de sus trabajos y se dirigen a sus hogares. 

Frente a mí, caminaban alrededor de seis o siete personas, todas en la misma dirección, de pronto un hombre de aproximadamente 50 años, después de observar a su alrededor, se agachó y levantó rápidamente un fajo de billetes que estaba en el suelo. 

Inmediatamente después le preguntó a un joven que caminaba junto a él si el fajo de dinero era suyo, le enseñó apresuradamente los billetes y los guardó entre sus ropas. El joven sorprendido al ver el envoltorio, se quitó los audífonos y entabló una conversación con el hombre.

El joven no daba crédito a lo que pasaba y se notaba un tanto nervioso, el hombre mayor, que parecía más tranquilo, le dijo que tal vez eran de una señora que iba más adelante y que deberían alcanzarla y devolverle el dinero; el joven se apresuró para dar con la mujer, pero a pesar de que corrió nunca dio con ella.

El tipo que traía el dinero consigo incluso le dijo al joven que le silbara a ver si lo escuchaba y se detenía, pero no fue así, nadie se detuvo, en un intento desesperado, ambos corrieron intentando alcanzar a esta persona, pero en el momento que cruzaban la avenida el hombre se tropezó y cayó de frente impactando contra la banqueta, ahí se quedó inmóvil sin levantarse a pesar de que el joven le ofreció su ayuda. 

Lo que realmente pasó

Observe al tipo mirar a su alrededor y sacar de su bolsillo el envoltorio con el dinero, vi claramente cuando lo dejó caer en medio de las personas e inmediatamente levantarlo. También vi cuando sacó los billetes y se los mostró al joven, lo hizo rápidamente y lo guardó entre sus ropas; en ese momento me di cuenta que el dinero era falso, pues los billetes se veían más pequeños, y las imágenes impresas estaban deformes. Además, cuando el joven corrió detrás de la supuesta dueña, el hombre esbozó una sonrisa al saber que su treta le funcionaba.

Como si estuviera presenciando un espectáculo desde la primera fila, también vi el momento justo cuando el tipo se dejó caer como Robben en el mundial y cuando el joven intentó levantarlo sin éxito.

¿Cómo funciona?

El fajo de billetes es falso y está bien amarrado con ligas para hacerle creer a la gente que es mucho dinero; los supuestos billetes, no son más que papel periódico con las mismas medidas que los originales. El astuto ladrón elige a su víctima, es gente bien entrenada que sabe que al ser una persona mayor nadie sospechará de sus intenciones, así que pone en marcha su plan: deja caer el dinero y lo levanta; se lo muestra a su víctima intentando ganarse su confianza; éste al verse sorprendido con tanto dinero no sabe cómo actuar; la supuesta dueña nunca existe también es un invento del ladrón.

El hombre ejemplar y honrado que quiere regresar el dinero finge su caída para que nunca puedan alcanzar al propietario del paquete de billetes; mientras se recupera y pasa el susto el hombre le pide a su víctima que lo acompañe a un lugar más calmado para repartirse el dinero. Ambos obtendrán una jugosa ganancia, al menos eso le hace creer a la víctima, quien lo acompaña a calles más solitarias donde no hay vigilancia.

El ladrón consuma el robo, no reparte nada del dinero y despoja de sus pertenencias a su víctima para después huir. Otra de las variantes es fingir que no quiere quedarse con todo el dinero y convence a su víctima de entregarle sus pertenencias; la persona presa de su ambición por el dinero sin pensarlo se las entregará. 

Dicen que siempre hay que estar al pendiente de todo y en una ciudad tan grande como lo es la CDMX nunca hay que confiarse de nadie; pues puede uno terminar siendo sorprendido por los amantes de lo ajeno. Así que ya lo saben pónganse buzos para no caer en una farsa similar a la que hoy les cuento.

Nos leemos la próxima, recuerden que siempre hay una historia distinta que contar; me despido desde la Capital Azteca. ¿Quieres que cuente tu historia? Escríbeme a mi correo electrónico.


martes, 9 de febrero de 2016

RODANDO POR LA CIUDAD TODA UNA AVENTURA

Usar la bicicleta en la Ciudad de México parece ser una buena opción para hacer ejercicio, relajar los músculos, escapar de la rutina, distraerse, sentir como el aire golpea en el rostro, pero lejos de ser una actividad placentera puede convertirse en una opción peligrosa. 

Erick es un ciclista urbano que tiene ya mucho tiempo utilizando la bicicleta como un medio de transporte; tiene 30 años de edad y se desempeña como diseñador gráfico; una y otra vez utiliza la bici para ir a todos lados, incluso recorre grandes distancias entre un punto y otro; a pesar de que ya cuenta con muchos kilómetros recorridos, todos los días tiene que ser muy cuidadoso al transitar por la ciudad.

Este joven, como muchos otros, es usuario de la red ECOBICI, el sistema de bicicletas públicas compartidas de la Ciudad de México, todos los días camina desde su domicilio ubicado en la colonia Santa María la Ribera, hasta la ciclo­estación que se encuentra en San Cosme, la que le queda más cerca, a partir de ahí se traslada hacia su centro de trabajo en la colonia Condesa, lo que le lleva aproximadamente 20 minutos.

“A pesar de que toda mi vida he andado en bicicleta, siempre debo tener cuidado, pues en más de una ocasión he tenido accidentes. Una vez, un automovilista abrió la puerta justo en el momento que yo circulaba por esa calle, salí volando y me torcí un brazo y todavía el señor me reclamó por haberlo asustado”.

A lo largo de su camino, Erick transita tanto por avenidas principales como secundarias, dentro de las cuales debe hacer gala de sus habilidades al volante, para esquivar baches, perros que por lo regular intentan morderlo o perseguirlo, automovilistas que no respetan la ciclovía y que la invaden para ir más rápido, hacer la parada o simplemente estacionarse, incluso tiene que sortear a personas que por no caminar sobre la banqueta, utilizan el arroyo vehicular e impiden su libre tránsito.

 “Te tienes que cuidar de todo y no debes distraerte; pues con cualquier pestañeo puedes provocar o sufrir un accidente. He visto muchos y créeme que no es nada grato ver a ciclistas atropellados, golpeados o tirados en las calles, además de que a nosotros casi nadie nos auxilia, la gente te ve y se sigue de largo”.

En una ciudad tan grande como lo es la CDMX en donde los automóviles particulares o incluso los de transporte público dominan las avenidas, es muy difícil el andar de los ciclistas, pues no existe una cultura vial ni respeto por los peatones.

 Desafortunadamente muchos de los que utilizan la bici para moverse, también infringen muchas normas de seguridad, con lo que ponen en riesgo su propia vida.

“Como en todas las grandes ciudades, la mayoría de las personas siempre tienen prisa y es común que los automovilistas y los peatones te la refresquen, te griten groserías, te pongan obstáculos, te avienten agua, pues todos siempre piensan que tienen la razón”.

No todo es malo al utilizar la bicicleta, pues en muchos lugares de la ciudad, te permite llegar más rápido y más temprano a tu destino, otros más lo ven como parte del ejercicio diario; también con el uso de este medio ahorras dinero, no contaminas, evitas los congestionamientos viales en las grandes avenidas, entre otros, la cuestión es aprender a convivir con todo lo que te rodea dentro de la CDMX.

“A pesar de todo lo malo que les conté, les recomiendo que se compren una bici y salgan a recorrer las calles de nuestra capital o de cualquier estado. Sin duda es un paseo inolvidable, conoces lugares llenos de historia, gente de todas las clases, se hacen amigos, en general yo creo que la bicicleta ejercita tu cuerpo y tu mente”.


Nos leemos la próxima, recuerden que siempre hay una historia distinta que contar; me despido desde la Capital Azteca. ¿Quieres que cuente tu historia? Escríbeme a mi correo electrónico. El autor es reportero, cronista, escritor, especialista en lucha libre y aficionado al futbol. elbone089@gmail.com



FOTO: metascopios.com