sábado, 17 de octubre de 2015

MICROBUSEANDO


“Se podría decir que el oficio del microbusero es el peor de todos, pero no es verdad, aquí somos lo que queremos ser, en mi caso soy el más guapo de la ruta y a las pruebas me remito, por mi unidad han desfilado un sin fin de mujeres que se han sentado en el espacio de honor de mi microbús, sí, ese asiento, el de hasta delante, que queda exactamente al frente de todos”.

Así es como el todasmías de Pantitlán inicia la conversación en una mañana de caos. El microbús abarrotado, con olor a pino y en mal estado se abre paso entre camiones y autos particulares.

“En ese asiento las señoras y señoritas más de una vez me han acompañado en mi trayecto, yo no tengo la culpa de que mi madre me haya dado sus mejores genes; es lo que pienso todos y cada uno de los días cuando me miro en el espejo”.

Nuestro conductor hace altos inesperados, recoge pasaje en doble fila y no respeta los límites de velocidad, los pasajeros se aferran con todas las uñas para no sufrir una dolorosa caída.

“Las jovencitas caen a mis pies rendidas cuando les echo el choro mareador que durante años me he aprendido, !Qué guapa eres! ¡Qué bonitos ojos tienes! hay unas que se dan su taco, pero todas tienen un punto débil; solo hay que saber llegarles al corazón”.

El claxón de un auto particular se escucha con recordatorio materno y es que, por intentar ganar pasaje, el conductor del microbús casi provoca un accidente.

“En cambio a las señitos se les habla de diferente forma, a ellas hay que entenderlas y ponerse en sus zapatos pues muchas sufren de soledad: esa soledad que se da cuando sus esposos ni las pelan”.

Una señora de edad avanzada hace la parada y mientras sube, los varones cierran los ojos y se hacen los dormidos para no ceder el asiento.

“Muchas de las mujeres maduras son más fáciles de pescar y, no quiero que por fáciles se entienda otra cosa; es simple, ellas están muy solas y olvidadas por sus esposos y mis brazos están ahí para consolarlas”.

Casi llegamos a nuestro destino; el tráfico empeora; metros más adelante, otro microbús está estampado en un poste: el exceso de velocidad y la imprudencia del conductor ,los causantes de este escenario.

“La cosa es simple, a quién le dan pan que llore; yo solo estoy ahí para darles lo que ellas me pidan, ya sea desde un aventón o hasta un reempujón; así es la vida sobre el microbús y siempre hay una historia diferente”.

¡Que tengan buen día señores! es la frase con la que se despide nuestro personaje de sus pasajeros; los cuales bajan de la unidad a toda prisa no sin antes dar gracias a Díos de haber llegado con bien a su destino.

Nos leemos la próxima, recuerden que siempre hay una historia distinta que contar; me despido desde la Capital Azteca. ¿Quieres que cuente tu historia? Escríbeme a mi correo electrónico.

2 comentarios:

  1. jajaja que buen momento pasé leyendote jaja. Buen día!

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    1. Recuerda, si te gustó recomienda esta lectura a todos tus amigos!!!

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