domingo, 28 de agosto de 2016

MEDALLAS OLÍMPICAS PARA DISCIPLINAS CHILANGAS

Hace unos días mientras iba rumbo al trabajo entré al metro, esperaba pacientemente a que llegara el tren, había poca gente, creo que son de las pocas veces que tengo suerte y no hay tanta afluencia, tal vez hasta pueda viajar sentado, fue lo primero que pensé.

A lo lejos, en el túnel se alcanzaba a ver la luz tenue del convoy que avanzaba en la oscuridad, la gente comenzaba a acercarse para alcanzar a subir; de pronto, una señora como de unos 40 años que seguramente venía del mercado de la Merced, pues llevaba una bolsa de mandado en una mano y en la otra una piñata, aceleró su paso lo más rápido que pudo para alcanzar a entrar al vagón, corrió y corrió, abordó casi cuando las puertas se cerraban, al verla recordé a Usain Bolt y me la imaginé corriendo en la Olimpiadas en la prueba de los cien metros planos, llevaba unas zapatillas rojas muy altas, pero eso no impidió que corriera a toda velocidad; después de recobrar el aliento, la mujer se sentó y se quedó profundamente dormida, abrazando ferozmente su bolsa y su piñata.

Por la mañana, vía redes sociales, los medios de comunicación daban cuenta de una pelea entre microbuseros que se calentaron al irse peleando por el pasaje, el vídeo lo había grabado un ciudadano que pasaba por el lugar cuando los dos hombres se estaban dando con todo.

En las imágenes se puede apreciar como uno tiene de rodillas al otro mientras le propina varios golpes a la cara y al cuerpo, una mujer que venía con alguno de ellos, sostiene con una mano a un bebé y con la otra un bate de baseball para evitar que lo usen como arma.

En el audio se escucha que la gente les pide que se calmen mientras uno de ellos, que a mi parecer ya había ganado la pelea, se defiende y dice que el otro tuvo la culpa; después de varios minutos se levantan del suelo, se limpian la sangre y cada uno sube a su unidad.

Después de ver el vídeo y comentarlo con mis compañeros de oficina, llegamos a la conclusión que estos dos personajes bien podrían estar participando en las olimpiadas de Río de Janeiro, en la Lucha Olímpica o en el Box, categoría de peso completo claro, y quién sabe, hasta una medalla de oro podrían haberse traído.

Más tarde mis pasos me guiaron cerca del Paseo de la Reforma, me encontraba sentado comiéndome un helado mientras el sol caía poco a poco; a lo lejos comencé a escuchar mucho alboroto, se oían consignas en contra del gobierno, me di cuenta que era una marcha, el contingente era bastante grande; hasta adelante iba un camión con varias bocinas por las que se escuchaba la voz de uno de los líderes, que cómodamente iba sentado y por los altavoces dirigía a los que lo seguían, “basta ya de abusos por parte de gobierno represor” era algo de lo que declama, después avanzaban varias personas con pancartas y banderas de huelga.

Me levanté y me subí a una de las bancas para apreciar mejor la protesta, en el contingente también iban mujeres indígenas, maestros de la CNTE, integrantes de los 400 pueblos, estudiantes y hasta atrás los clásicos anarquistas quienes hacían pintas en los muros de comercios y en las esculturas que están a lo largo de la avenida.

Era una marcha muy grande, de esas que se ven casi todos los días en la Ciudad de México y que el gobierno apoya basándose en el respeto de los derechos humanos y la libertad de expresión, el camino a seguir era desde Los Pinos hasta el Zócalo Capitalino, son casi nueve kilómetros de recorrido de un punto a otro, una distancia considerable como para ir a pie, bajo el sol y a paso lento; sin duda esas personas podrían ser unos excelentes marchistas que bien conseguirían ir a los juegos olímpicos y traerse algunas medallas de oro. Mientras la marcha avanzaba, me quedé un rato más admirando el paisaje citadino.

Por la noche rumbo a mi casa abordé un taxi, casi no había tráfico así que el desplazamiento iba a ser rápido, el taxista me contaba una historia mientras manejaba sobre el Eje 1 Norte, las luces de la ciudad iluminaban el camino, de pronto dio un volantazo para evitar caer en un bache, ¡no lo vi joven, si no lo esquivo nos quedamos sin llanta!, efectivamente el hoyo era bastante profundo, por la misma vialidad, nos encontramos con otros baches, unos más grandes que otros, coladeras desniveladas, vados y topes que al no estar pintados se convierten en auténticos peligros; el chofer era bastante bueno para esquivar los obstáculos, pensé que esa habilidad también merecía una medalla olímpica.

Sin duda nuestra hermosa ciudad capital es un buen escenario para entrenar si es que de deportes se trata, por ejemplo en bicicleta donde tienes que lidiar con obstáculos aun cuando vas por la ciclovía, tal como pasa en el descenso de montaña; o en el triatlón, donde corres para alcanzar el camión, te mojas en los “encharcamientos” y usas la bici o bicitaxi para ahorrar tiempo al llegar a casa. Así que a todos mis amigos chilangos les digo que tenemos cuatro años para prepararnos y llegar bien entrenados a los siguientes Juegos Olímpicos en Japón.

Por cierto, muchas felicidades a esos grandes hombres y mujeres que se trajeron una medalla desde Brasil, no importa si es de oro, plata o bronce, estar ahí, donde están los mejores ya es un gran logro; gracias por su esfuerzo, por su valentía, por su entrega, por sus agallas y por demostrar que con trabajo todo se puede alcanzar, felicidades a nuestros medallistas olímpicos.

Nos leemos la próxima, recuerden que siempre hay una historia distinta que contar; me despido desde la Capital Azteca. ¿Quieres que cuente tu historia? Escríbeme a mi correo electrónico.


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