martes, 12 de julio de 2016

EL REY MYSTERIO DE PANTITLÁN

La primera vez que lo escuché me pareció un loco más, uno de tantos que existen en la gran Ciudad de México, era muy temprano, casi las siete de la mañana, la entrada a la estación del metro Pantitlán de la línea 9 estaba a reventar, casi como todos los días, pero esta vez se veía más lleno que de costumbre.

La gente se aventaba para poder ingresar, unos corrían para intentar subirse al tren, otros, los más resignados, se formaban en la larga fila y esperaban su turno sabiendo que el acceso iba a ser lento.

Uno tras otro, los usuarios caminaban en dirección al andén, todo era igual que siempre, gente de traje, mochilas por todos lados, portafolios, tacones, perfumes; pero de pronto algo cambió, a lo lejos se escuchaba el grito de una persona que con todas sus fuerzas increpaba a los policías “órale cabrones, dejen pasar, pongan orden, hagan su trabajo”.

Levanté la mirada y lo vi, estaba colgado de una de las rejas que delimitan la entrada a la estación, llevaba una playera blanca, pantalón de mezclilla y tenis blancos, además usaba una máscara color verde del luchador Rey Mysterio; lo miré de reojo y por un momento pensé que era broma, que solo era un loco que quería llamar la atención, pero no, el hombre seguía gritando, intentando organizar la entrada.

La gente comenzó a perder la paciencia, cada vez que gritaba le decían que se callara, le silbaban para que se bajara de la reja, otros le mentaban la madre, pero el joven no se inmutaba, al parecer le gustaba ser el centro de atención. Por fin entré a la estación y lo perdí de vista.

Pasaron los días y pensé que nunca volvería a ver a ese hombre, pero un sábado por la mañana lo vi, otra vez llevaba la máscara del luchador, ahora era blanca con negro, esta vez noté que en su mano izquierda traía una estopa, la tomaba y se la llevaba a la nariz una y otra vez.

Al aproximarme a él el olor a thiner fue muy fuerte, cuando nos cruzamos se quitó la máscara y pude ver que era un hombre de aproximadamente 35 años, con bigote y barba, su aspecto era bastante descuidado, la ropa medio sucia y olía mal, como si durmiera en la calle o no se bañara tan seguido.

Se volvió a poner la máscara y pasó cerca de unos policías, éstos en son de broma le preguntaron cuándo era su próxima lucha, sin pensarlo el hombre respondió “el domingo lucharé en la Arena México”, los oficiales lo veían caminar y se reían entre sí.

El sujeto se subió al vagón en que iba yo, se sentó y se quedó dormido, la gente lo veía como bicho raro, algunos se preguntaban por qué llevaba la máscara, los niños no dejaban de verlo y él nunca se enteró, seguía en su sueño profundo.

Ayer lo volví a ver, esta vez en un crucero cerca de la estación Pantitlán, llevaba una sudadera negra, un pants gris y su ya conocida máscara de Rey Mysterio ahora en color morado; esta vez estaba vendiendo dulces, cada que el semáforo se ponía en rojo se acercaba a los autos y les ofrecía algo.

Noté que mucha gente le tocaba el claxon y lo saludaba, él como toda una estrella les devolvía el saludo con la mano o una mueca, iba de un lado a otro de la avenida ofreciendo su mercancía y cuando pasé cerca de él le dijo a un señor que necesitaba dinero para comprarse drogas.

“Cada vez estás más pinche ido Güey Mysterio”, le dijo uno de sus conocidos que al pasar por ahí lo reconoció, pero en vez de enojarse, el joven le respondió “¿Qué quieres?, tengo que hacer mi lucha, si no vendo no compro mis drogas, si no me drogo, no soy feliz, además mi Rey Mysterio me acompaña siempre”, tomó su caja de dulces y siguió su camino, se perdió entre la fila de autos, perdido en su mundo.

El Rey Mysterio de Pantitlán va de un lado a otro, intentando ser algo y alguien que no es, se esconde bajo la máscara para ser reconocido, no importa que solo lo vean como el loco que se cree luchador.

Nos leemos la próxima, recuerden que siempre hay una historia distinta que contar; me despido desde la Capital Azteca. ¿Quieres que cuente tu historia? Escríbeme a mi correo electrónico.




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