lunes, 27 de junio de 2016

¿ABUSADOS O ABUSIVOS?

Una señora estaba sentada en la combi en espera de que avanzara, eran como las dos de la tarde y a pesar de ser invierno se sentía algo de calor, me senté frente a ella, me acomodé y comencé a observar a mis compañeros de viaje; la mujer tenía alrededor de 60 años, el cabello corto, usaba lentes, la ropa holgada y llevaba un bastón en la mano, su rostro reflejaba las huellas del paso de los años. 

Un joven iba sentado a su lado, seguramente venía de la escuela pues cargaba una regla T y varios planos, de pronto abrió la ventana y pidió una bolsa de palomitas, en cuanto corrió el vidrio para que el vendedor lo atendiera, la señora volteo a verlo con cara de pocos amigos y con un tono altanero le pidió que la cerrara; él la miró y le dijo que le diera un momento, pero la mujer insistió argumentando que hacía mucho frío. “¿Frío? pues si estamos como a 20 grados”, fue la respuesta del estudiante; la señora volvió a pedir que la cerrara le dijo que la respetara porque ella era mayor, el muchacho para no pelear, tomó sus palomitas y cerró la ventanilla, aunque no por completo. 

La señora creyó que había ganado la batalla pero en eso subió una chica y se sentó a su lado, en cuanto se acomodó, la mujer le dijo que no se sentara encima de ella, que se recorriera, la chica la miró y le dijo que no estaba encima de ella, que ni siquiera la había tocado, pero la mujer que comenzaba a caernos mal a todos alzó la voz y dijo “hazte para allá, me estas lastimando, que no ves que traigo bastón”.

El chico de las palomitas se recorrió un poco para que se acomodaran, la joven solo volteaba a ver de reojo a la señora y respiraba intentando no entrar en una discusión con la rijosa pasajera. Entonces la combi avanzó, el aire que entraba por la ventana hacía que el cabello de la muchacha golpeara directamente en la cara de la señora, que a cada golpeteo volteaba y hacía un gesto de coraje, se quitaba el cabello y refunfuñaba. 

Esa misma tarde en el RTP sucedió algo parecido, mientras la gente se formaba para subir a la unidad de transporte, una mujer de la tercera edad se metió entre las personas y en el momento que el camión abrió la puerta se subió; la chica que estaba al frente de la fila tuvo que esperar, pues la abuela corrió para alcanzar un lugar, aventó sus cosas al asiento con el fin de apartar su espacio, se sentó no sin antes mirar a la joven a los ojos y con una sonrisa burlona hizo la seña de que le había ganado el asiento, a pesar de que el camión estaba vacío y podía elegir cualquier otro lugar.

Cuando llegué al metro había mucha gente esperando para abordar, al parecer había una falla, el andén estaba llenísimo, no cabía ni un alfiler. Por fin un tren llegó, la gente se metió como a empujones, pero unos segundos después por las bocinas informaron que ese carro no daría servicio, que desalojaran de inmediato, lo que generó otro tumulto para poder salir.

Cuando el tren quedó vacío, dos señoras de edad avanzada se abrieron paso como pudieron y se metieron, entonces una le dijo a la otra “que gente tan tonta, ven que el vagón está vacío y no se suben, bola de burros, además no dejan pasar”, se sentaron plácidamente, se acomodaron esperando a que el metro avanzara, pero este no se movió ni un centímetro, seguían platicando y cada que veían a la gente de afuera se reían.

El personal de vigilancia se dio cuenta de la situación y las invitó a bajar, les explicó que ese tren no daría servicio y por eso nadie lo había abordado; ambas se miraron e intentaron convencer al policía, le dijeron que por su edad no podían estar paradas y mucho menos podían viajar de pie; por más que hablaron e hicieron berrinche no lograron convencer a nadie, así que con toda la pena del mundo se bajaron, quisieron quedarse hasta adelante pero la gente las empujó hacia el fondo del andén; entre murmullos se escuchaban frases de desaprobación.

En la Ciudad de México el gobierno del DF les da muchos beneficios a las personas de edad avanzada, desde tarjetas de descuentos y vales, hasta entrada libre al servicio de transporte público, Metro y RTP; sin embargo hay algunas de esas personas que abusan de su condición y no respetan al resto de la gente. Es común ver a un viejito que no pide, exige le den el lugar; o a una señora que se mete en la fila; o alguien más que intenta tomar ventaja y pasar primero en un lugar público; incluso hay quienes llegan tarde a sus citas en el Médico y exigen a los doctores se les atienda.

Sin duda, la gente de la tercera edad merece todo nuestro respeto, cariño, apoyo y amor, pero para poder recibir todo eso, deben darlo ellos también, no importa que solo seamos compañeros de viaje, o que vayamos al mismo cine o centro de salud; ya lo decía Benito Juárez “El respeto al derecho ajeno, es la paz”.

¿Quieres que cuente tu historia? Escríbeme a mi correo electrónico. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario