martes, 21 de junio de 2016

EL CRACK DEL BARRIO

En una parada del trolebús cerca de la colonia Condesa había dos jóvenes que discutían entre sí, ambos usaban uniformes deportivos, traían la camiseta blanca del Real Madrid, uno con el número 7 de Cristiano Ronaldo y el otro con el 9 de Benzema, tendrían alrededor de 15 o 16 años, su discusión se centraba en el partido del domingo pasado en el que habían perdido. 

El 7 le reclamaba al 9, “no mames güey pinche portero pendejo se comió cuatro goles, siempre es su culpa, siempre perdemos por él”; el otro solo lo observaba sin decir nada, “a ver por qué en lugar de ponerlo a él, el entrenador no pone a otro que no esté tan chairo”. Ambos abordaron el transporte y yo detrás de ellos, al parecer llevábamos el mismo rumbo, se sentaron juntos y por casualidad del destino me tocó sentarme muy cerca; la lluvia amenazaba con caer a cántaros, el clima de la capital se descompuso de un momento a otro, pasó del calor extremo al aire frío que pronosticaba la caída de una tormenta. 

Mientras el trole avanzaba, el Cristiano Ronaldo mexicano seguía defendiendo su argumento de que la mala racha de su equipo se la debían a su portero, pues según contó, los últimos partidos los habían perdido porque el guardameta no hacía bien su labor; en ese momento recordé una frase que dice “el portero puede ser héroe o villano, pero siempre va a tener la culpa de todo”, se gane o se pierda siempre será el culpable, que si se equivocó, que si no salió, que se le fue el balón, en fin, un sinnúmero de situaciones que ponen al portero en el ojo del huracán.

“No mames, yo no puedo hacer todo, está bien que juegue bien chingón, pero no mames”, sin duda este comentario volvió a hacer que prestara más atención a los jóvenes que discutían mientras la lluvia caía y el viento movía los árboles de un lado para otro. El joven que atento escuchaba a su compañero habló fuerte y claro “No mames, ni que fueras el pinche Cristiano Ronaldo, a ver cabrón ¿cuántos goles metiste el domingo?, sorprendido por la pregunta, el crack de barrio se quedó callado y después de unos momentos contestó, “no, pues ninguno”, de inmediato el 9 le dijo “ahí está, ¿cómo chingados vamos a ganar si no metes ni un pinche gol?”

Debo reconocer que me dio un poco de risa el tono en que el chico que portaba el número de Benzema bajó de su nube a su compañero con una sola frase; “a ver dime, ¿cuántas fallaste el domingo?”, sin saber qué responder el otro chico solo escuchaba y miraba por la ventana, y siguió, “¿cómo quieres que ganemos si te la pasas fallando los goles?, te sientes la estrella del equipo y ni una metiste, siempre las fallas cuando más hace falta”.

El 7 se defendió, “pero… pero el portero siempre la caga”; el 9 salió al ataque, “por eso, si él la caga para eso estamos nosotros para meter goles y así mínimo empatar, no toda la culpa es de él, ni del árbitro, para eso somos un equipo y si uno falla, fallamos todos, si ganamos o perdemos todos tenemos la culpa, además, ni tú eres Ronaldo, ni jugamos en el Madrid y ni nos pagan por jugar, solo es un juego y se gana o se pierde”.

El trolebús siguió con el trayecto, el crack ya no volvió a decir ni una sola palabra referente al tema, ignoró a su compañero, se puso sus audífonos y ahora miraba fijamente por la ventana, el otro se acomodó su mochila e intentó dormir un poco mientras llegaban a su destino. 

En los deportivos, los llanos, los parques y las canchas que están sobre las avenidas de la Ciudad de México, se puede ver de todo, te puedes encontrar con figuras del futbol que festejan los triunfos y sufren las derrotas, con esos que orgullosos pasean sus copas por el tianguis, o aquellos que enojados por fallar un gol, se quitan la camiseta y la esconden en el morral. 

Pero al ver esos juegos de llano, recuerdas que todo es un juego y como tal, todos se divierten, hacen amigos, comparten el agua, se prestan las calcetas, los tenis o las espinilleras, porque solo es un partido de futbol y qué más da si perdiste o ganaste, el siguiente fin de semana habrá otro juego que disputar.

Nos leemos la próxima, recuerden que siempre hay una historia distinta que contar; me despido desde la Capital Azteca. ¿Quieres que cuente tu historia? Escríbeme a mi correo electrónico.





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